RANITA
A raíz de la postulación de varias entradas al premio de la entrada del año, me decidí a leer aquel que decía que la vida es como el tetris, con sus variantes imprevistas pero predecibles y justificadas al final. Si en la jerarquía de los video juegos comparados con la vida el tetris aventaja en popularidad, "Ranita" le sucede inmediatamente. Expresión de nuestra posición híbrida, la ranita se asemeja a la existencia en cuanto incoherente es. Una rana del tamaño de un taxi cruzando una calle de cuatro carriles, dos de los cuales se destinan al transporte y otros dos ocupados por un pequeño río (o un riachuelo crecido, todo depende), empleados ambos para impedir que el batracio llegue a una cueva en la que a duras penas cabe. Y no bien logra un pobre humano alegrarse de superar el risible obstáculo cuando ve que la tarea se quintuplica. Y una vez realizada se repite hasta el infinito. Citando a Jack: una copia de una copia de una copia. Y se escapa morbosamente de la boca del jugador una mueca de placer cuando se pierde una vida. Puesto que la fatalidad es su savia, cualquier escapatoria no podría ser más que una infidelidad a su perdición. A la larga, se juega hasta que se pierde.
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